El no sabia que hacia, ella no sabia a donde iban, pero iban, hasta que un día el la soltó. Ella con el se quedo, o mas bien con una parte de el, pero una parte dolorosa. Su recuerdo.
Era su olor, quizá su forma de ser, en realidad ella no estaba segura y al principio le pareció que el no darle mucha importancia estaba bien, una relación mas, una menos, no importaba porque ella podía ser ella misma con él y daba igual si terminaba o no. Tal vez era eso lo que le atraía de aquella aventura o de nuevo su olor. El era así, distraído, burlón, con esa mirada de «nadie me va a venir a joder». Así lo conoció y así luego de tantos errores supo que no era solo una relación mas, le empezó a importar su vida, sus gustos, sus molestias, hasta sus malas mañas la engancharon, ella sola se envolvió, él nunca tuvo nada que ver, ella sola cayó, y se dio cuenta que lo quería. Descubrió que ademas de sexo, él le dio seguridad y cuando se fue… ella no supo que hacer mas que atesorar su recuerdo.
Que difícil es desligarse de lo que quieres, que difícil es rendirse cuando quieres seguir intentando, que difícil es tomar una decisión que te marcara la vida entera y que siempre llevara consigo la incógnita: ¿que hubiese pasado si me hubiese quedado mas tiempo esperando por algo que me hacia feliz?. Creo que estoy acostumbrada a aferrarme a la esperanza, a esa minúscula posibilidad de que todo va a funcionar, es por ello que aborrezco la idea de olvidar para sentirme mejor, porque el <Olvido> es como esa vía oscura y tenebrosa que en la entrada tiene mas de veinte carteles con advertencias que dicen «No entrar» porque simplemente duele. Duele olvidar, duele dejar cosas atrás y mas sabiendo que hay otro camino que quizá lleve mucho mas tiempo recorrer pero que luego de toda la espera va a traer la felicidad que tanto se desea.
Decidir. Entiendo que es un verbo corto, pero es que conlleva a tanto. Decidir si quedarme o no, decidir si seguir, ahí, esperando por él. Esperando que él decida por mí. Esperando por ese momento en el que algo ilumine su cerebro y él pueda ver «esa gran idea» de estar conmigo (si es que la ve). Todas las mujeres han pasado por esto, pero esta vez no es por cualquier mujer que escribo. Esta vez hablo de mi, esta vez soy yo la que se involucra en las palabras y las carga en la espalda como un gran bulto de cemento. Pues si, hoy entendí que no he aprendido a soltar. Hoy descubrí que si, lo extraño pero también que eso me esta carcomiendo por dentro. Es fácil decir adiós, lo difícil es hacer que ese adiós se materialice, que sea verdadero. Yo le puedo dejar de hablar, ignorarlo e incluso tratarlo como lo peor, ya que es lo que merece, pero yo mas que nadie se que eso me duele, quiero que él sienta que ya lo supere aunque eso no sea así. Se que no debo actuar para que «él crea cosas», debo creerlo yo. Debo yo decirle adiós, adiós al recuerdo, adiós a su olor, adiós a todo lo que lo involucre a él.
No me es sencilla la situación, es decir, ¿como borras la memoria?. Trato cada día al despertarme intentar eso de «silenciar mi mente», pero justo en ese instante, aparece su recuerdo, es entonces cuando acudo a mi plan B: pensar en las cosas malas que hizo (o hace) para que se vaya de mi cabeza, pero no, esto solo lleva a mis ojos a desprender lagrimas, en consecuencia termino con un cigarro y un café en la cocina pensando en el porque. ¿Que hice mal para que el sea así conmigo? yo no soy perfecta, no tengo mucho que ofrecerle, pero considero que he dado lo mejor de mi para que todo funcione.
Esa decisión de alejarme de algo que me hace daño es una reacción natural en mi, siempre hago eso de irme cuando algo me incomoda sentimentalmente, cuando la cosa se pone fea me voy en defensa propia, sucede que cuando me enamoro la cosa cambia un poco. Resulta que el <Apego> hace un bailesito y entra en escena cuando yo estoy a punto de irme. Entonces la historia queda de la siguiente manera, me alejo de la persona que me ha dejado el corazón roto solo por aproximadamente diez días y regreso a el porque simplemente me hace falta, hasta sus malas palabras me hacen falta.
En pocas palabras, tengo todo. Sé que hacer, sé como hacerlo, sé porque debo hacerlo, sé de quien debo alejarme, sé cuando debo hacerlo, sé todo, pero me falta lo mas importante: esa fuerza que me impulse a no volver. Cuando la encuentre, todo sera diferente…