El cactus

Se vengaba por ella, por ellas, por todas las que alguna vez soltaron desgracias convertidas en lágrimas. No tenía miedo, pues no tenía esperanza. La esperanza te obliga a temer que la poca luz que veas se esfume. Sin luz no hay miedo de perderla.  

Sonrió con la mentira en su rostro y corrió a los brazos de quien la amaba en la mañana, sabía que en la noche otros mas enamorados le brindarian calor también. Vacía se llenaba con el placer de saber que hacía daño. Perder a alguien para ella no era nuevo, aprendió a vivir sin que le afectara y asi destilaba dolor que poco a poco se transformaba en fuerza que la hacía repetir el proceso. 

Olvido por completo que »amar» era verdadero y considero mantener aquella palabra enterrada. Blindada y mutilada por las experiencias prefería amores de verano para desaparecer a los pocos meses. Su cabeza llena de nuevos planes para ella la alejaban de pensar en su soledad. En el fondo carecía de valor para reconocer que necesitaba mas que un hombre repitiendole que la quería, ella quería confianza, recobrar la confianza, lastima que era muy tarde. 

 

El cactus

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